Desde el pasado 29 de mayo, no encuentro ni el tiempo ni la inspiración para escribir un artículo. El tiempo anda muy limitado entre una nueva vida que me ha llevado a disfrutar como un loco de dos nuevas vidas, dar biberones, cambiar pañales, trabajar, estudiar (y escribir tweets) casi a la par.
La inspiración se cortó de raíz el día que se hundió un proyecto deportivo ilusionante como pocos, basado en el esfuerzo, el sacrificio y la valía de una plantilla, que devolvieron las goleadas a los rivales en el Bernabeu (y fuera de él), una suma de puntos ingente como nunca habíamos visto, tres años consecutivos rozando la Final de la Copa de Europa (tras seis años de travesía en el desierto a partir de Octavos de Final de dicha competición) y el derrocamiento de un "régimen culé" que parecía eternizarse en el tiempo, pero al que, unos intereses extradeportivos, económicos y empresariales, por parte de la Prensa "con sede en Madrid" y sus estrechos colaboradores del vestuario blanco (Casillas, por encima de cualquier otro), dieron al traste.
No me pidáis "inspiración", cuando te borran la ilusión de un plumazo. La ilusión tardará algún tiempo en recuperarse pero, las ganas de "vendetta" contra aquellos que liquidaron con técnicas mafiosas, uno de los mejores conjuntos madridistas que recuerdo, desde la Quinta de El Buitre, siguen intactas...
No recuerdo una campaña periodística favorable, más lamentable, almibarada y ridícula como la que la Prensa Deportiva española en general, está llevando a cabo con el "Yerno de España", "El Santo" y cuantos epítetos positivos quieran colocarle: Iker Casillas.
Un portero con luces y sombras deportivas, como todos. Con grandes reflejos y cualidades en el "uno contra uno", pero con enormes limitaciones técnicas, como su lamentable juego con los pies o, sus salidas por alto en falso que, ha sido elevado a la categoría de "Héroe Nacional", por lucir el brazalete de un equipo de fútbol, anteriormente conocido como "Selección Española de Fútbol", que dio paso a llamarse "La Roja", en un ejercicio de cinismo empresarial, político y social sin precedentes.
Para entender el encumbramiento de Casillas como "símbolo patrio", debemos entender esta transformación de nuestro combinado nacional.
Hubo un tiempo en que muchos ilusos, (por lo visto en la actualidad), pensábamos que un triunfo de nuestra Selección Española de fútbol, bien fuese en una Eurocopa o en un Mundial, podría servir de acicate para "vertebrar" una Nación como la nuestra, que navegaba (y navega) a la deriva, con una "identidad" arrancada de cuajo por los cuatros costados y con un sentimiento patrio cada vez más inexistente en sus ciudadanos.
Sonaba frívolo, pretender que nuestra representación futbolística en citas internacionales, La Selección, ocupase un lugar que, políticos, gente del mundo de la cultura o de la prensa, despreciaron desde la Transición.
El éxito de la Selección llegó, pero no ha supuesto una vertebración mínima para nuestro país.
"La Roja" es un invento de la Prensa que, a partir de una metedura de pata de Luis Aragonés al denominarla de ese modo, encuentran un filón con el que hacer una especie de "engendro sociopolítico" con tintes "marketinianos", ya que cuadraba a la perfección con la cadena que se quedó los derechos televisivos de la Euro 2008: La Cuatro.
Cadena de televisión perteneciente en su momento al grupo PRISA (hoy día pertenece a MEDIASET), cuyo color corporativo (e ideológico) es el "rojo". Puro merchandasing cromático y político.
Actualmente, la Prensa Deportiva Española, presenta un panorama muy peculiar: la mayoría de los periodistas forman parte de un TODO. Me explico.
Un periodista deportivo español, no trabaja para un solo medio, ni para dos. Es habitual ver en cuatro, cinco o seis medios "rivales", al mismo periodista. De ese modo, el "mensaje" queda totalmente UNIFICADO.
El "pensamiento único" está a la orden del día.
Iker Casillas, refleja ese pensamiento único a la perfección. Entorno a su persona se ha erigido una especie de guardia pretoriana, compuesta por el 90% de la profesión.
El portero, es el tonto útil de un gremio, el de la Prensa, que, con la llegada de Del Bosque a la Selección, vieron vía libre para viajar, convivir y pernoctar con un equipo, al que además acompañan los éxitos.
Una "gallina de los huevos de oro" de la que la Prensa, no está dispuesta a renunciar. Pero de la que no dudaba en despotricar cuando no pisaba el Hotel de concentración y caíamos eliminados en Cuartos.
Los mamporreros de Casillas están compuestos por un grupo de presión que vive encantado con los éxitos de lo que llaman "La Roja", (anteriormente conocida como Selección Española de Fútbol), pero que no dudan un instante para que esos éxitos se consigan a costa de tener un Real Madrid débil en su enfrentamiento con el F.C. Barcelona, carente de nervio y corazón, no vaya a ser que los convocados de "el pais pequeñito de la esquina" (Guardiola dixit) se mosqueen y se nos acabe el rollo.
Es justo reconocer que, hay que tener cierto respeto en este terreno con mucha gente que ha sufrido con una Selección como la de fútbol que iba de fracaso en fracaso, muchos de ellos aderezados por la injusticia en forma de codazo y penalti no visto por el árbitro o, como ocurrió en el Mundial de Corea y Japón, por una lamentable actuación arbitral que pasó a la historia por lo alevoso de la misma.
Mi respeto para toda esa gente que, a día de hoy, prefiere hacer oídos sordos y disfrutar con La Selección. No es mi caso.
Y no lo es porque, la tristemente conocida como "La Roja", se ha utilizado como arma arrojadiza contra el Real Madrid, se ha pretendido polarizar la misma desde Barcelona y, sobre todo, porque el oportunismo de la peor Prensa Deportiva de Europa, la española, hace que la aversión hacia cualquier artículo, retransmisión o tertulia entorno al combinado nacional, provoquen en mi un empacho y una indignación, fruto de escuchar y leer las mayores hipocresías jamas vistas.
Permitidme calificar a los seguidores, en exclusividad, de "este modelo" de Selección al que bautizaron como "La Roja", como "los rojistas". Con excepciones, (como las que antes cité y a las cuales respeto), el tinglado montado entorno a esta especie de "Club de Fútbol" hecho a la medida de la Prensa deportiva, está compuesto por un gran número de aficionados/as para nada futboleros, a los que los "mass media" han vendido hasta la extenuación, la bonita leyenda de que estos chicos, medio seminaristas medio voluntarios del tercer mundo, traen la "alegría " a España en tiempos de crisis.
Los voceros "rojistas", esos que deseaban que perdiera la España de Clemente, Iñaki Saez o Camacho. Los que frivolizaban sobre nuestras eliminaciones en cuartos, mientras muchos llorábamos con aquello.
La "Prensa Rojista", que cubre sus avatares de facebook o twitter posando con las tres copas conquistadas en los últimos cuatro años, como si de mérito propio se tratase. Una Prensa que, el día que regresó al hotel de concentración y al avión con los jugadores y cuerpo técnico, se apropió de la anteriormente conocida como "Selección Española de Fútbol", para condicionarlo todo a su buen devenir.
"Los rojistas" se caracterizan por interesarse por el mundo del fútbol cada dos años, coincidiendo con una Euro o un Mundial, salvedad hecha de este "torneo de la galleta" llamado Copa Confederaciones, elevado a categoría de "culmen", porque lo disputamos. Si no, habría que ver los calificativos que le darían los pesebreros de "La Roja".
Pintan su cara y lucen banderas de España con el logotipo de alguna famosa marca de refrescos, cervezas o alcohol destilado. Cuelgan dicha bandera mientras dura el torneo pero, tras su finalización, inmediatamente la retiran no vayan a ser acusados de "fascistas", "fachas" o "nazis" por el resto del vecindario...
Les importa un carajo el fútbol, ellos y ellas "son de La Roja", como les repiten hasta la extenuación las marcas de telefonía móvil, de coches o de helados. Aquí surge la paradoja, pese a la brevedad bianual de su "limitado forofismo", se trata de una afición totalmente "desapasionalizada", como hábilmente se han encargado de que así sea los medios de comunicación.
Unos medios que odian cualquier atisbo de "radicalidad" en la afición de un Club de fútbol, han orquestado hábilmente que, la "afición rojista", sea poco menos que el tipo de público que asistiría a un concierto de "María Jesús y su acordeón".
Con Manolo "El del Bombo" a la cabeza y una troupé compuesta por algo parecido a una comparsa de carnaval, donde puedes encontrar "guardias civiles, "obispos", "toreros" o "superheroes", los "rojistas", hay que sumar a gran parte de la chavalería que gasta sus horas entre partidas del PES o el FIFA, por no hablar de esa cantidad ingente de féminas a las que el fútbol importa un carajo pero que, durante quince días cada dos años, lucen "shorts" rojos y "tops" amarillos a modo de bandera nacional.
Con todo el respeto del mundo que merecen, las sufridas madres españolas no han escapado a esto. Sienten predilección por Casillas. Lo ven ocupar las páginas de las revistas del corazón en la peluquería de su barrio, cuyas portadas se rinden a la nueva "Saritísima", ya que la otra pasó a mejor vida, como si de la "primera dama" del Gobierno de la Nación se tratase. (¡¡Cuánto daño hizo aquel beso!!)
Esa predilección también les hace sentirse "rojistas". El resto del año critican que estés todo el día hablando de fútbol: "¡¡Niño, ya estás con la mierda del fútbol!! ¡¡Si no te da de comer!!"..... Pero, ojo con tocarle a "la mamma" La Roja, y Casillas. Ese día no cenas.
El suegro, el cuñado, el primo tonto, las niñas de la academia de danza de tu pueblo, el equipo de ajedrez de tu barrio, el presidente de tu comunidad de vecinos....., a ninguno le gusta el fútbol pero "todos son de La Roja".... ¿Mérito de un equipo? No.
Mérito de una campaña de marketing como pocas, mérito del oportunismo del españolito de a pié para subirse al carro de la victoria y mérito de un proyecto de ingeniería social que lleva más de 30 años en práctica.
España no se ha vertebrado con la victoria de su combinado nacional de fútbol. Simplemente "han limitado" a gran parte de sus ciudadanos a que "se puedan comportar como españoles" durante quince días cada dos años. Pero, ojo, el resto del año, ni os mováis o seréis los "fachas" de siempre.