"Tanto Casillas como yo somos hijos del Real Madrid". Así se despachó hace unos meses Vicente del Bosque en una radio colombiana. Marqués, Cofrade de Honor de la "Hermandad de Amigos de los Nabos" de la localidad asturiana de La Foz de Morcín, Hijo Adoptivo de Fuentealbilla, hijo predilecto de Salamanca, embajador de la Fundación Laureus, Presidente de honor de la E.F.A.V. "La Chimenea", "Matancero de Honor 2013" del Ayuntamiento de Guijuelo, Honorable embajador del aceite de oliva virgen extra por la "Cofradía Amigos del Olivo de Baena", Presidente de Honor de la D.O. "Jumilla", Embajador del Vino por FENAVIN, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Castilla La Mancha, Voluntario de Honor de la Fundación Tutela, Embajador de la Fiesta de Vitigudino, Pregonero de las "Fiestas de la Verdura" en Tudela, Caballero de Honor de la Orden del Volatín y Miembro del Consejo Consultivo de Ibredrola en Castilla y León.... Creo no dejarme ninguno de los nombramientos, reconocimientos y condecoraciones otorgados a Del Bosque en los últimos años........
Perdón, se me olvidaba. También lo nombraron "Socio de Honor del Real Madrid". Un reconocimiento en forma de insignia que jamás recogió, dicen que por sus problemas personales con Florentino Pérez.
Independientemente de dichos "problemas", Del Bosque ha tornado en un personaje absolutamente dañino para el Real Madrid y el madridismo.
Al igual que el "otro hijo del Madrid", Casillas, cuenta exactamente con la misma corte de mamporreros y aduladores. Periodistas fieles a otros colores que, sin embargo, nos presentan a ambos como el paradigma de lo que debe ser un "madridista".
Si bien el "Caballero de Honor de la Orden del Volatín" en su etapa como entrenador blanco y cumpliendo con la tradición, fue atizado sin piedad incluso tras haber ganado La Novena, tras su llegada al cargo de Seleccionador, consiguió una "patente de corso" que le permite "no errar" jamás a ojos de la canallesca, al que justifican cualquier decisión que tome, por equivocada que sea, en base a la conquista de los títulos que, como seleccionador nacional, ha conseguido. Algo que me recuerda al tan manido "¡con lo que nos ha dado!", utilizado para defender al indefendible Casillas.
Casualmente, esta defensa a ultranza por parte de la casta periodística de nuestro país, hacia Del Bosque y el filtrador Casillas, se hizo más patente con el paso atrás que ambos dieron en la defensa del Club blanco.
Disfrazadas por algunos como un pique con Florentino Pérez, por otros como crítica, en su día, hacia el "malvado" Mourinho, lo que es cierto es que las declaraciones sobre cualquier tema relacionado con el Real Madrid por parte del Cofrade de la Hermandad de Amigos del Nabo, son un alarde de mala baba, complejo y resentimiento a partes iguales.
Sus "últimas perlas": Evitar pronunciarse ante el pisotón de Busquets a Pepe, a sabiendas de que, cuando el "agresor" ha sido un jugador del Real Madrid, dicho acto le ha pasado factura en forma de no ser convocado con la Selección. Un ejercicio de cinismo a la altura de dicho personaje.
No le estaremos lo suficientemente agradecidos a Del Bosque por su penúltima gran aportación. No puede ser defendido por los "antiflorentinistas" al no ser unas palabras contra el presidente del Madrid, ni por los "antimourinhistas" porque en este contexto, no hay ningún ataque a la figura de nuestro ex-entrenador. Por tanto ¿cómo reaccionará ese sector del "madridismo", que vive al dictado de Los Manolos, Relaño, Roncero o De la Morena, entre otros? Imagino que, exactamente, del mismo modo que hasta ahora.
Cegados en su "realidad", les llevará a decir, que sé yo, "que Busquets en ningún momento pisa la cabeza de Pepe" o cualquier otra cosa, con tal de justificar el complejo que hace renegar a Del Bosque, de todo lo que huela a Real Madrid, desde que se hizo cargo del equipo nacional de fútbol. Pero, al menos, las últimas declaraciones del "Matancero de Honor 2013", dejan en evidencia y sin argumentos a esa "facción" del madridismo que vive anclada en el sermón matutino de Paco García Caridad.
Mientras que Casillas, entre bromas, ha sentenciado que "dará un tirón de orejas" al jugador culé, tras ser inquirido en dicha cuestión. Una muesca más en la decadencia como capitán de un personaje nefasto para el madridismo, que practica el mismo discurso para tontos que la clase política. Pero, por desgracia, hay muchos tontos. Demasiados.
Un Iker Casillas que cada vez que abre la boca queda en evidencia y carga de argumentos a quienes esperamos impacientemente su pronta salida del Club.
Del Bosque y Casillas, Casillas y Del Bosque. Tanto monta, monta tanto, uno como otro. Dos "tontos útiles" de la Prensa que decidieron un buen día, colgar su "fusil madridista" (si alguna vez lo cogieron), para lanzarse a los brazos de la corrección política, al mensaje vacuo y al más almibarado de los discursos, para goce y disfrute del antimadridismo militante que ve con regocijo como un "sector madridista", sigue pensando que ambos, son "Hijos del Madrid". Así nos va.
04 abril 2014
02 abril 2014
JUANITO, HOY EN DÍA
Hoy se cumplen 22 años del fatídico accidente que acabó con su vida. La carretera nos privó prematuramente de verlo sentado en nuestro banquillo dirigiendo a nuestro Madrid, a su Madrid del alma. Pero, siempre me pregunto, cómo habría sido tratado el "Juanito jugador de fútbol" o el "Juanito entrenador del Real Madrid" hoy día. Me lo cuestiono, pero adivino las respuestas. Imagino el trato que le darían.
No puedo evitar pensar en un Juan, machacado y hostigado continuamente desde los medios. Reprochándole su vida privada "fuera de los terrenos de juego". Imagino al SPORT o al MUNDO DEPORTIVO sacando una portada suya, en alguna discoteca, durante el verano, pasándolo bien, como cualquier chaval de su edad. Pero criticado duramente y cuestionado en su profesionalidad.
Imagino, a un jugador de fútbol, recibiendo continuos insultos por su comportamiento pasional y visceral dentro del terreno de juego. Veo claramente a los Relaño, Segurola, Palomar y compañía, lanzando duras acusaciones contra él por "fomentar la violencia" al declarar que si "tuviera 15 años sería de Ultras Sur". Censurando que suba a las vallas del Bernabeu a celebrar un gol.
No puedo dejar de pensar en su no inclusión en una lista de la Selección Española, porque el "buenista" Del Bosque no vería reflejados, en un jugador como él, "los valores que hay que enseñar a la juventud".
Pienso también, en un jugador que no es canterano. Y como tal, ni AS ni MARCA otorgarían si quiera el derecho de pronunciarse en nombre del madridismo, aunque éste lo jaleara. Imagino a un Juan Gómez "Juanito" pitado e insultado en todos y cada uno de los campos de España cada vez que entrase en contacto con el balón. A un Juanito comparado con Messi, Iniesta y otros "modelos de comportamiento sobre el terreno de juego", llevándose, claro está, la peor parte.
Lo imagino cogiendo por el cuello a cualquier compañero de vestuario que hubiese osado llamar al eterno rival para pedirle perdón por lo ocurrido en un partido, así como, pidiendo públicamente la salida de éste del Club. A él, no le entraría en la cabeza, como buen madridista, que nadie antepusiera otros intereses personales a los del Real Madrid.
Pero también pienso en el "Juanito entrenador". Todo nervio en el banquillo. Pasional, visceral y desbocado. Igual que en el campo. Un entrenador cuestionado desde primera hora. Su vitola de jugador "nervioso, temperamental y protestón" le pasaría factura y muchos se apresurarían a decir que "no es entrenador para el Madrid".
A los pocos meses, las editoriales y redacciones de los periódicos lo tendrían claro: "Juanito no representa los valores del madridismo".
Tras una derrota ante el eterno rival, en campo contrario, en el que nuestro equipo es injustamente derrotado tras un nefasto arbitraje, lo imagino expulsado. Y mientras se dirige al tunel de vesturario, insultado por la grada rival, lo puedo ver encarándose a la grada. Respondiendo a los insultos.
También pienso en su reacción ante una provocación de un jugador rival, o del banquillo contrario. Lo veo en medio de la tangana. Defendiendo a lo suyos. Defendiendo al Real Madrid.
Lo imagino tras un partido, mientras los periodistas intentan acorralarlo con preguntas malintencionadas en las ruedas de prensa. Como parte de la campaña de acoso y derribo que, desde los medios, se lanza para que deje cuanto antes el banquillo blanco.
Mientras, en los periódicos, aparecen listas de futuribles al puesto que "sí se comportan como señores".
No puedo evitar imaginarlo en cada una de las situaciones escritas.
Él era así, por eso le admiramos. Porque era como nosotros. Entendía al Madrid de la misma manera. Pero, hoy día, no le dejarían sentirlo así. Como le ocurre hoy día a otros muchos.
De todas formas. Él no merece ni jugar al fútbol ni entrenar en nuestros días. Él no merece ver un Estadio Santiago Bernabeu frío y distante, salvedad hecha de los que muestran una fidelidad al equipo en las buenas y en las malas. Él no merece unas gradas pobladas de turistas, de Palcos VIP, de señores encorbatados a los que el fútbol importa un pimiento y tan sólo ven el Bernabeu como un rincón en el que prolongar una "reunión de trabajo".
Él no merece ver una afición rival, en minoría, enmudeciendo a, prácticamente, ochenta mil personas. Él no merece vestir una camiseta mancillada temporada tras temporada, con colores, formas y fondos que nada tienen que ver con la impoluta camiseta blanca que él gustaba de llevar.
Juan no merece asisitir al "circo mediático" como un muñeco de pin-pan-pun, al que den estopa a diestro y siniestro porque los "gurús mediáticos" consideren que "no representa los valores del Madrid".
Él jugó en una época en la que podía dar rienda suelta a su pasión. En la que no estaba sometido al acoso mediático que sí tendría hoy día. Una época en la que podía salir dando brincos del campo sin que ese hecho se viese "como un menosprecio al rival". Una época en la que el fútbol, los estadios, los aficionados y los jugadores eran más puros. Hoy día, esa "pureza" se ha perdido y, los irreductibles que pretendemos mantenerla, somos insultados, perseguidos, calumniados, hostigados y denostados por la prensa y sus acólitos.
Aún así, es triste no poder disfrutar de él en estos tiempos. No tenerlo como un referente en vida del madridismo en una época en los que hace falta alguien como él, para poner en su sitio a los que pretenden cargarse el Club con continuos ataques, como ocurrió con nuestro anterior entrenador, y ocurre con jugadores y aficionados radicales por defender lo que él defendía y hacerlo de la misma manera: sin complejos.
¿Cómo sería su vida como jugador o entrenador del Real Madrid en nuestros días? Triste. Sería triste, por el acoso que sufriría. Él no lo merecería. Pero estoy seguro de que, en el cielo, sigue enfundado en su elástica blanca inmaculada con el 7 a la espalda. Allí, es féliz. Eso es lo impotante.
No puedo evitar pensar en un Juan, machacado y hostigado continuamente desde los medios. Reprochándole su vida privada "fuera de los terrenos de juego". Imagino al SPORT o al MUNDO DEPORTIVO sacando una portada suya, en alguna discoteca, durante el verano, pasándolo bien, como cualquier chaval de su edad. Pero criticado duramente y cuestionado en su profesionalidad.
Imagino, a un jugador de fútbol, recibiendo continuos insultos por su comportamiento pasional y visceral dentro del terreno de juego. Veo claramente a los Relaño, Segurola, Palomar y compañía, lanzando duras acusaciones contra él por "fomentar la violencia" al declarar que si "tuviera 15 años sería de Ultras Sur". Censurando que suba a las vallas del Bernabeu a celebrar un gol.
No puedo dejar de pensar en su no inclusión en una lista de la Selección Española, porque el "buenista" Del Bosque no vería reflejados, en un jugador como él, "los valores que hay que enseñar a la juventud".
Pienso también, en un jugador que no es canterano. Y como tal, ni AS ni MARCA otorgarían si quiera el derecho de pronunciarse en nombre del madridismo, aunque éste lo jaleara. Imagino a un Juan Gómez "Juanito" pitado e insultado en todos y cada uno de los campos de España cada vez que entrase en contacto con el balón. A un Juanito comparado con Messi, Iniesta y otros "modelos de comportamiento sobre el terreno de juego", llevándose, claro está, la peor parte.
Lo imagino cogiendo por el cuello a cualquier compañero de vestuario que hubiese osado llamar al eterno rival para pedirle perdón por lo ocurrido en un partido, así como, pidiendo públicamente la salida de éste del Club. A él, no le entraría en la cabeza, como buen madridista, que nadie antepusiera otros intereses personales a los del Real Madrid.
Pero también pienso en el "Juanito entrenador". Todo nervio en el banquillo. Pasional, visceral y desbocado. Igual que en el campo. Un entrenador cuestionado desde primera hora. Su vitola de jugador "nervioso, temperamental y protestón" le pasaría factura y muchos se apresurarían a decir que "no es entrenador para el Madrid".
A los pocos meses, las editoriales y redacciones de los periódicos lo tendrían claro: "Juanito no representa los valores del madridismo".
Tras una derrota ante el eterno rival, en campo contrario, en el que nuestro equipo es injustamente derrotado tras un nefasto arbitraje, lo imagino expulsado. Y mientras se dirige al tunel de vesturario, insultado por la grada rival, lo puedo ver encarándose a la grada. Respondiendo a los insultos.
También pienso en su reacción ante una provocación de un jugador rival, o del banquillo contrario. Lo veo en medio de la tangana. Defendiendo a lo suyos. Defendiendo al Real Madrid.
Lo imagino tras un partido, mientras los periodistas intentan acorralarlo con preguntas malintencionadas en las ruedas de prensa. Como parte de la campaña de acoso y derribo que, desde los medios, se lanza para que deje cuanto antes el banquillo blanco.
Mientras, en los periódicos, aparecen listas de futuribles al puesto que "sí se comportan como señores".
No puedo evitar imaginarlo en cada una de las situaciones escritas.
Él era así, por eso le admiramos. Porque era como nosotros. Entendía al Madrid de la misma manera. Pero, hoy día, no le dejarían sentirlo así. Como le ocurre hoy día a otros muchos.
De todas formas. Él no merece ni jugar al fútbol ni entrenar en nuestros días. Él no merece ver un Estadio Santiago Bernabeu frío y distante, salvedad hecha de los que muestran una fidelidad al equipo en las buenas y en las malas. Él no merece unas gradas pobladas de turistas, de Palcos VIP, de señores encorbatados a los que el fútbol importa un pimiento y tan sólo ven el Bernabeu como un rincón en el que prolongar una "reunión de trabajo".
Él no merece ver una afición rival, en minoría, enmudeciendo a, prácticamente, ochenta mil personas. Él no merece vestir una camiseta mancillada temporada tras temporada, con colores, formas y fondos que nada tienen que ver con la impoluta camiseta blanca que él gustaba de llevar.
Juan no merece asisitir al "circo mediático" como un muñeco de pin-pan-pun, al que den estopa a diestro y siniestro porque los "gurús mediáticos" consideren que "no representa los valores del Madrid".
Él jugó en una época en la que podía dar rienda suelta a su pasión. En la que no estaba sometido al acoso mediático que sí tendría hoy día. Una época en la que podía salir dando brincos del campo sin que ese hecho se viese "como un menosprecio al rival". Una época en la que el fútbol, los estadios, los aficionados y los jugadores eran más puros. Hoy día, esa "pureza" se ha perdido y, los irreductibles que pretendemos mantenerla, somos insultados, perseguidos, calumniados, hostigados y denostados por la prensa y sus acólitos.
Aún así, es triste no poder disfrutar de él en estos tiempos. No tenerlo como un referente en vida del madridismo en una época en los que hace falta alguien como él, para poner en su sitio a los que pretenden cargarse el Club con continuos ataques, como ocurrió con nuestro anterior entrenador, y ocurre con jugadores y aficionados radicales por defender lo que él defendía y hacerlo de la misma manera: sin complejos.
¿Cómo sería su vida como jugador o entrenador del Real Madrid en nuestros días? Triste. Sería triste, por el acoso que sufriría. Él no lo merecería. Pero estoy seguro de que, en el cielo, sigue enfundado en su elástica blanca inmaculada con el 7 a la espalda. Allí, es féliz. Eso es lo impotante.
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