HEMOS VUELTO.

La primera vez que pisé "terreno madridista", una cancha perteneciente al Real Madrid C. de F., fue el extinto Pabellón de la desaparecida Ciudad Deportiva del Real Madrid.

Con apenas 7 años, allí acudí de la mano de mi padre. Entramos en aquel mítico recinto, un día de diario por la tarde. En él, estaba entrenando el Madrid de Baloncesto.

Siempre lo recuerdo como si fuera ayer. Sobre la pista: Romay, Corbalán, Iturriaga, Rafa Rullán, Biriukov, Del Corral, el siempre añorado Fernando Martín y recuerdo también como llamaba la atención para un crio de mi edad un tal Wayne Robinson, que no paraba de colgarse del aro...

Recuerdo el color marrón oscuro de la pista, que eramos unos 50 aficionados los allí presentes. Una excursión de la que formábamos parte. Pero lo que no se me borra de la memoria es cómo se acercaron a saludarnos y a charlar amigablemente con todos nosotros, la totalidad de la plantilla del Real Madrid. Eran cercanos, menos endiosados que muchos deportistas de élite actuales. Yo era un crío, pero mi padre siempre me recuerda el exquisito comportamiento que tuvieron aquellos jugadores con sus aficionados aquel día.

El destino quiso que con el paso del tiempo, casi la misma plantilla, recién retirados del baloncesto, viniesen a jugar a mi localidad. Todavía eran figuras de máximo nivel y recuerdo como salió todo el pueblo a la calle.

En un Pabellón abarrotado hicieron disfrutar a todo el mundo de su innegable calidad deportiva. Pero, recuerdo especialmente, como tras el partido, también nos hicieron disfrutar de su calidad humana.

Cómo me ocurrió algunos años antes, mi padre y yo, charlamos tranquilamente con algunos de los componentes de esa plantilla. En especial con Juan Antonio Corbalán, que no pudo disputar aquel amistoso por encontrarse con muletas.

Siempre recordamos cómo hablamos con cercanía, largo y tendido con un mito del baloncesto español de todos lo tiempos ¡¡en la puerta del Pabellón de mi pueblo!!.

Reconozco que puede parecer oportunista ponerme ahora nostálgico con el baloncesto. A diario leeis mis reflexiones, en su mayoría relacionadas con el mundo del fútbol, y parece hipócrita tratar un tema que apenas he tocado. Es verdad.

Pero no es menos cierto, que con el Real Madrid de Baloncesto, he disfrutado y he sufrido, especialmente durante la larga travesía que nos hizo jugar en el antiguo Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Más tarde, me desenganché, y como ocurre con la sección de Basket con tanto cambio de escenario, he ido dando tumbos a la hora de seguirlo. Un tiple milagroso de Herreros que valió una liga por allí, otra Liga contra el Barsa por aquí, campeón de la Eurocup..., pero no lo vivía con la emoción semanal de estar deseando ponerme delante del televisor para verlo.

Acudí varias veces a Vistalegre, parecía recuperarse el espíritu de aquellos llenazos del Palacio, con esos míticos derbis frente a Estudiantes o los partidazos frente a Barsa o Joventut. Pero otra vuelta de tuerca nos dejó helados de nuevo.

Ayer, desde mi casa, volví a disfrutar como hacía tiempo que no lo hacía. No ya por las canastas encestadas, el partido ganado o el objetivo conseguido. Sino por la "comunión" grada-público que se percibía. Por esos minutos finales en los que bajo la batuta de BERSERKERS, ví un pabellón entregado, y todo ello a pesar de los aberrantes palcos a pie de pista con sus hieráticos, encorbatados y engominados espectadores.

Tuve, por primera vez en mucho tiempo, la sensación de que esta vez si, de que esta vez podemos recuperar tanto tiempo perdido.

Ayer, me volví a emocionar con el REAL MADRID DE BALONCESTO.

HALA MADRID!!